INTERNET: EL VERDADERO PELIGRO DEL YIHADISMO

Foto: ABC NEWS


Desde que el autoproclamado Estado Islámico comenzó a realizar atentados por todo el mundo, internet se ha convertido en su fuente más directa para reclutar a numerosos jóvenes a sus filas. El yihadismo logra llegar hasta el punto más escondido del planeta a través de esta herramienta.

El terrorismo yihadista tiene un amplio historial en su relación con internet. En 1996, ya existían páginas web yihadistas que se dedicaban a propagar su visión del conflicto en la antigua Yugoslavia y Chechenia. Manuel R. Torres Soriano, profesor titular de Ciencia Política en la Universidad Pablo de Olavide, ha realizado un estudio sobre cómo el activismo online puede ser una forma sustitutiva de compromiso con la yihad armada, y cómo el mensaje terrorista en internet tiene la capacidad de trascender a las intenciones de sus creadores.

La Red se ha convertido en el centro neurálgico del proceso de radicalización violenta. Según Torres, muchas veces es la única influencia que conduce a un joven a la militancia terrorista, pero, en otros casos, actuará como reforzador y acelerador de una radicalización que ha tenido lugar fuera del entorno web.

“A través del ciberespacio, estos activistas pueden potenciar la acción propagandística, contribuir al reclutamiento y movilización de nuevos combatientes”

El yihadismo es un relato de llamamiento a la violencia. “En su discurso hay una glorificación de las virtudes del guerrero, la camaradería militar, así como de las recompensas ultraterrenas que esperan a aquellos que combaten a los enemigos de Alá”, recoge el estudio de Manuel Torres. Pero esta preferencia no siempre es alcanzable, lo que hace que otras alternativas violentas, como la participación en atentados terroristas contra la población civil, despierten más reticencias entre los potenciales candidatos.

El activismo en la web es una alternativa para aquellos individuos que no han podido viajar a un frente de batalla. Internet permite a estos combatientes frustrados contribuir de manera relevante a una causa. “A través del ciberespacio, estos activistas pueden potenciar la acción propagandística, contribuir al reclutamiento y movilización de nuevos combatientes”, apunta Torres.

Una precoz radicalización

Mohammed Mahmoud experimentó una precoz radicalización. En 2003, se desplazó hasta Irak para unirse a los muyahidines. Pero fue detenido en Irán y deportado a su país de origen, por lo que decidió volcarse en el activismo virtual “como una forma de proyectar su compromiso con la yihad, convirtiéndose en uno de los pilares de la estructura en Occidente de una influyente plataforma propagandística llamada Global Islamic Media Front”, añade Torres. Por estas actividades fue detenido en 2007 y condenado a cuatro años de prisión. Pero no fue suficiente: al ser liberado viajó a Siria, donde aparecería en un vídeo elaborado por el autoproclamado Estado Islámico disparando por la espalda a un rehén maniatado. Manuel R. Torres asegura que “los servicios de inteligencia de su país siempre le percibieron como un bocazas, que no dudaba en presentarse como una curtido muyahidín, a pesar de carecer de la experiencia y el carácter necesarios”.

“La verdadera peligrosidad de estos individuos es que albergan la voluntad y el radicalismo suficiente para participar en los crímenes más brutales”

Actuar con un activismo en la Red es una forma sustitutiva temporal de compromiso con la yihad armada. “Esto nos ayuda a valorar de manera más adecuada la verdadera peligrosidad de algunos de estos individuos, los cuales albergan la voluntad y el radicalismo suficiente para participar en los crímenes más brutales”, concluye el estudio del profesor Torres.

La insatisfacción del activismo online

A pesar de que los individuos proyectan su compromiso con la yihad a través de la web, con el paso del tiempo esto les acaba causando insatisfacción. El estudio sobre el ciberyihadismo de Torres recoge que “entre sus tareas más frecuentes, se encuentra la edición, traducción y difusión de propaganda, lo que produce en ellos una exposición a estos contenidos muy superior a la media”. El principal  discurso que emplean es “crear un malestar movilizador entre la población musulmana, a la cual se le acusa de permanecer impasible en la comodidad de sus hogares, frente a los sufrimientos de sus hermanos, los cuales son masacrados a lo largo y ancho del planeta”, apunta Manuel R. Torres.

Sin embargo, estos mensajes crean una profunda disonancia entre estos “guerreros del teclado”, quienes no pueden evitar percibir que su estilo de vida se asemeja a lo que ellos mismos promueven para otros musulmanes. Por lo que estos ciberactivistas tratan de resolver esta disonancia cognitiva optando por abrazar el activismo violento.

“La única cosa que me podría evitar que me uniese a los hermanos es atacar a los bastardos aquí en Londres. Cuanto antes mejor”.

Entre los ejemplos que expone el estudio de Torres, el de Younis Tsouli es el más evidente. Está considerado como el primer ciberyihadista de la historia que padeció este efecto de disonancia. Estudiante de informática afincado en Reino Unido, apodado Irhabi 007 (terrorista 007), el joven marroquí se convirtió en un eslabón fundamental en la cadena de distribución de propaganda de algunas de las principales organizaciones yihadistas del momento. “A pesar de ser alabado públicamente por Al Qaeda en Irak, su exitoso activismo en el ciberespacio no fue capaz de colmar su compromiso”, expone Torres.

Un día antes de los atentados del 7 de julio de 2005 en Londres, Younis escribió a sus compañeros: «La única cosa que me podría evitar que me uniese a los hermanos, es atacar a los bastardos aquí en Londres. Cuanto antes mejor». Sería detenido poco tiempo después.

Medidas de autoprotección yihadistas en internet

Las investigaciones policiales son cada vez más exhaustivas en internet haciendo un seguimiento a los ciberyihadistas y a los posibles individuos que están siendo radicalizados. Por ello, estos grupos llevan a cabo una acción muy dura para oscurecer las motivaciones y vínculos de los autores de algunos de los atentados que han tenido lugar en Occidente en los últimos años. El estudio de Torres recoge un mensaje difundido por las redes sociales de una plataforma pro-Estado Islámico:

«A nuestros hermanos en Europa (…) hemos recibido informaciones que dicen que algunos hermanos están siendo detenidos antes de sus operaciones. Os aconsejamos borrar cualquier cosa relacionada con Estado Islámico de vuestros dispositivos, como fotos, vídeos o aplicaciones. Y os recomendamos que os deis prisa en vuestras operaciones antes de que sea demasiado tarde».

Manuel R. Torres se plantea el sentido de borrar datos incriminatorios cuando sus autores contemplan su propia muerte y no temen ser encarcelados.  “La razón se halla en el deseo de consumir el máximo ancho de banda de las agencias de seguridad”, responde Torres, “cada nuevo atentado supone una reordenación de prioridades de las agencias policiales y servicios de inteligencia. Sus miembros se ven obligados a investigar el perfil del atacante, sus posibles vínculos con organizaciones formales, y las potenciales derivaciones en futuros atentados”, añade. En este sentido, “existen evidencias de cómo Estado Islámico ha sacrificado a algunos de sus miembros en atentados de escasa complejidad, para conseguir que sus proyectos terroristas más ambiciosos pasaran desapercibidos ante unos servicios de inteligencia saturados de trabajo”, concluye el profesor Torres.

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