PEDRO SÁNCHEZ, NUEVO PRESIDENTE DEL GOBIERNO
PEDRO SÁNCHEZ, NUEVO PRESIDENTE DEL GOBIERNO
Madrid, 1 de junio de 2018
Pedro Sánchez Pérez-Castejón, secretario general del Partido Socialista Obrero Español (PSOE), se ha convertido hoy en el séptimo presidente del Gobierno desde la restauración de la democracia en España. La moción de censura presentada por el PSOE contra Mariano Rajoy tras la sentencia de la trama Gürtel ha salido adelante con 180 votos a favor, la mayoría absoluta de la cámara. La llegada de Sánchez a la Moncloa, inesperada hace menos de una semana, abre una nueva e incierta etapa en la política nacional para la que ya no sirven los viejos pronósticos.
El presidente del Gobierno de España, Pedro Sánchez (FOTO: Twitter)
El éxito de la moción de censura había quedado garantizado ayer, cuando todos los partidos de la oposición al Partido Popular, salvo Ciudadanos, anunciaron que votarían a favor de la destitución de Mariano Rajoy como presidente. Sin embargo, el fantasma de una hipotética dimisión del ya expresidente Rajoy antes de la votación, lo que hubiese provocado que decayese, o de que alguno de los parlamentarios pudiese cambiar el sentido de su voto en el último momento, provocó que muchas personas aguantasen la respiración durante la votación, que se celebró una hora antes de lo esperado. Finalmente, no hubo cambios de guion, y Sánchez se convirtió pasadas las 11:30 en presidente del Gobierno de España.
El relato de cómo Mariano Rajoy ha pasado de la confianza en sacar adelante la legislatura tras la aprobación de los Presupuestos Generales del Estado, que se produjo el jueves de la semana pasada, a ser destituido como presidente del Gobierno en apenas 10 días ha combinado exceso de confianza por parte del Ejecutivo y del PP, negociaciones in extremis por parte del PSOE para conseguir atar los 176 votos que forman la mayoría absoluta, confluencia de los intereses de los partidos de la oposición para destituir a Rajoy, elementos surrealistas, como la desaparición durante ocho horas del presidente Rajoy, refugiado en un restaurante, y finalmente, el regreso del PSOE a La Moncloa seis años y medio después. Todo lo ocurrido ha revolucionado para siempre la política española.
El séptimo presidente de la democracia
Por primera vez en la historia de España, una moción de censura ha salido adelante. Todas las incertidumbres se habían despejado la tarde anterior, cuando el Partido Nacionalista Vasco (PNV), el mismo partido que había apoyado las cuentas del PP la semana pasada, anunció que apoyaría la moción, defendiendo que así respondería a lo que demandaba la sociedad vasca, pero solamente cuando la presidenta del Congreso de los Diputados, Ana Pastor, ha anunciado el resultado definitivo del recuento ha sido cuando realmente se ha podido dar esta moción por ganadora.
Al PSOE, en una posición muy débil antes de decidir presentar la moción, se le han unido Podemos con todas sus confluencias y los nacionalistas vascos y catalanes, así como Pedro Quevedo, el diputado del partido nacionalista Nueva Canarias, que habitualmente va en coalición con los socialistas. En contra han votado los 137 diputados del Partido Popular y los 32 de Ciudadanos, después de que Coalición Canaria, por boca de su portavoz Ana Oramas, anunciase ayer su decisión de cambiar su voto negativo por una abstención. Todos los partidos que han votado a favor de la moción compartían el objetivo común de echar a Mariano Rajoy de la presidencia del Gobierno, aunque por diferentes motivos. La corrupción ha sido el detonante de la censura a Rajoy, pero otros elementos, como la crisis económica, las políticas sociales o la situación en Cataluña, han provocado una original alianza que ha acabado con la presidencia de Rajoy, quien, absolutamente convencido de que era imposible ser derrotado en esta moción, no ha sido capaz de reaccionar en ningún momento.
Pedro Sánchez es el nuevo presidente del Gobierno. En la larga historia del parlamentarismo español, no ha habido ningún caso como el de este doctor en Economía de 46 años, un hombre al que han dado por muerto políticamente en varias ocasiones, y que ha sido capaz de sobreponerse a los peores pronósticos para acceder a un cargo que ha anhelado durante toda su carrera política, y al que llega apoyándose en la Constitución y en las herramientas con las que esta cuenta para garantizar la formación de una mayoría parlamentaria alternativa, y en un momento político extremadamente difícil, pero con un programa de Gobierno ambicioso con el que espera marcar su impronta en la primera línea de la política española.
Choque dialéctico entre el PSOE y Rajoy para empezar
Esta ha sido la cuarta moción de censura de la historia de España, y, por primera vez, el Gobierno llegaba al debate parlamentario sin tener los apoyos para salvarla. La decisión de la Mesa del Congreso, presidida por Ana Pastor, de convocar el debate de la moción una semana después de su presentación se le volvió en contra al PP, que pretendía cortocircuitar la estrategia de Sánchez, pero que se encontró con rápidos movimientos por parte de los proponentes de la moción que no pudieron ser contrarrestados desde Moncloa ni desde Génova.
La posibilidad de que Pedro Sánchez se convirtiese en presidente del Gobierno, que parecía imposible hace apenas una semana, era más tangible que nunca, y eso se notaba en las expresiones de auténtico pánico de algunos miembros del Ejecutivo de Rajoy y de la bancada popular. Elementos como el nombramiento de nuevos consellers sin causas judiciales activas en el gobierno catalán de Quim Torra o la comparecencia de María Dolores de Cospedal, ministra de Defensa y secretaria general del PP, en la comisión de investigación parlamentaria sobre la corrupción, en la que negó que existiese una “caja B” en el PP, a pesar de que la sentencia de la Audiencia Nacional sobre Gürtel lo consideraba probado, aceleraron el abrupto final de la presidencia de Rajoy. Así se llegó a la primera sesión de la moción de censura.
El secretario de Organización del PSOE, José Luis Ábalos, fue quien presentó la moción de censura, que justificó esta decisión por la sentencia de Gürtel, y que criticó la actitud mantenida por el PP, interpelando al respecto al resto de grupos parlamentarios. “Lo que está diciendo el PP es que le debemos regalar entre todos la impunidad. Si esta cámara no reacciona, ¿qué vamos a decir cuando vengan las siguientes sentencias del caso Gürtel?” señaló Ábalos, que criticó la falta de reacción de Mariano Rajoy y su gobierno tras la decisión judicial respecto de este escándalo de corrupción, y aseguró que el político gallego no pasará a la historia como un buen presidente del Gobierno.
Por su parte, el candidato a la presidencia del Gobierno, Pedro Sánchez, detalló el programa de gobierno que llevaría a cabo de triunfar la moción, un proyecto con tintes sociales que prometía eliminar los aspectos más duros de la Ley de Seguridad Ciudadana, conocida como Ley Mordaza, recuperar la universalidad de la sanidad pública, y reformar el Pacto de Toledo para garantizar las pensiones. Uno de los momentos decisivos fue cuando comunicó que, de ser elegido, gobernaría con los Presupuestos Generales del Estado aprobados la pasada semana por el PP, una de las condiciones puestas por el PNV para apoyar la moción, y que fue la decisión que finalmente lo precipitó todo. El secretario general socialista instó a Rajoy a dimitir como presidente si quería evitar la humillación de ser censurado por esta moción.
Finalmente, en su turno, el presidente Rajoy se debatió entre su característica retranca y un patente enfado por la situación. En lugar de contestar a las acusaciones de Ábalos, el líder popular prefirió glosar los casos de corrupción que afectan al PSOE, siendo ovacionado por los suyos. A Sánchez le dijo que su plan se resumía en desmantelamiento, demagogia y despilfarro, y le acusó de no tener un proyecto para España. “¿Cómo se puede hablar de estabilidad si quiere formar el gobierno más inestable posible? ¿Cómo habla de consenso cuando se van de todas las reuniones para formar pactos de Estado?” preguntó Rajoy, que quiso presentar a Sánchez como un oportunista capaz de todo para llegar a la presidencia del Gobierno. Con esto se llegó al receso de la moción.
El PNV decide, y Rajoy desaparece
Mariano Rajoy abandona el hemiciclo (FOTO: Twitter/ Dani Gago)
Durante toda la mañana, mientras los diputados debatían el futuro de Mariano Rajoy como presidente del Gobierno, el Euskadi Buru Batzar, el órgano directivo del PNV, se encontraba en reunión para decidir la postura de los nacionalistas vascos en la moción. Todos los rumores apuntaban a que el PNV apoyaría la moción, sin embargo, el portavoz parlamentario, Aitor Esteban, negó tras la primera sesión que la decisión estuviese ya tomada, y emplazó a los periodistas a escuchar su discurso para descubrir el sentido de su voto. Tanto PSOE, que gobierna en coalición con Íñigo Urkullu en el País Vasco, como el PP, que recientemente evitó con su voto el fracaso de las cuentas vascas, recordaron al PNV lo que estaba en juego con su decisión. En Moncloa, la sensación inicial de que los vascos se abstendrían se iba diluyendo, y, en la bancada socialista, el optimismo aumentaba.
Mientras esto se producía, el fotógrafo vallecano Dani Gago capturó un momento histórico, una imagen que se ha reproducido en un sinfín de ocasiones desde entonces, la salida de Mariano Rajoy del hemiciclo. Finalmente, el ya expresidente del Gobierno no regresaría en toda la tarde al Congreso, permaneciendo en un restaurante en las inmediaciones de la Puerta de Alcalá durante ocho horas, mientras los rumores sobre una inminente dimisión del presidente del Gobierno arreciaban, extremo desmentido por María Dolores de Cospedal en una rueda de prensa improvisada en el Congreso de los Diputados. A lo largo de la tarde, mientras las preguntas sobre dónde estaba el presidente eran cada vez más frecuentes, varios colaboradores cercanos de Rajoy y miembros del Ejecutivo se acercaron al restaurante en el que se encontraba el presidente, que solamente abandonó el lugar pasadas las 10 de la noche.
En el restaurante conoció Rajoy la decisión del PNV, que, como informaban varios medios antes del comienzo de la segunda sesión del día, decidió votar afirmativamente a la moción de censura, al entender que un voto negativo o una abstención no habrían impedido el registro de una nueva moción para convocar elecciones. Al PNV se unieron los partidos independentistas catalanes y EH Bildu, así como Podemos, Compromís y Nueva Canarias. El momento ya era histórico. La moción de censura había triunfado, Rajoy era historia, y Sánchez entraba en Moncloa. Un escenario impensable apenas unos días antes.
El único partido que decidió no apoyar la moción, aparte de Coalición Canaria, que se abstuvo, y Foro Asturias y Unión del Pueblo Navarro, que concurrieron a las elecciones coaligados con el PP y que votaron en contra, fue Ciudadanos. La formación de Albert Rivera, que declaró el viernes que la investidura estaba finiquitada, había repetido durante una semana el mantra de que debían convocarse elecciones, algo imposible, ya que la Constitución impide que se convoquen unos comicios mientras una moción está en trámite. Durante el debate, Rivera intentó convencer hasta la extenuación a Rajoy para que dimitiese y evitase así el triunfo de la moción de censura, e insistió en señalar que, pese a oponerse a la moción, su partido censura la corrupción del PP.
A la cuarta fue la vencida
Tras confirmarse que Rajoy no dimitiría, único elemento que podría haber parado la moción, la sesión del viernes tenía como propósito único que se celebrase la votación de la moción de censura. Esta se produjo pasadas las 11 de la mañana, tras una sesión tranquila en la que el presidente Rajoy se despidió del Congreso de los Diputados declarando “Ha sido un honor ser presidente del Gobierno”, y en la que Pedro Sánchez, más tranquilo, se mostró confiado ante sus inminentes responsabilidades de gobierno.
La votación transcurrió sin sobresaltos, más allá de la equivocación de un diputado del PP, Eloy Suárez, que votó afirmativamente a la moción para después corregirlo inmediatamente, y oponerse a ella. Ana Pastor proclamó el resultado, agradeció a ambos presidentes su presencia, y levantó la sesión. El hemiciclo se convirtió entonces en un hervidero de lágrimas, tanto por emoción como por pena, y se sucedieron los abrazos, las felicitaciones, las muestras de cariño, y las declaraciones a la prensa. Todos eran conscientes de que estaban viviendo un día histórico, y que se daba paso a una nueva etapa. Rajoy salió del Congreso de los Diputados entre ovaciones de los parlamentarios de su grupo, y Sánchez se quedó dentro unos minutos, atendiendo a las peticiones de los medios de comunicación, que deseaban hacerle fotografías, antes de salir de las instalaciones del Parlamento ya como presidente del Gobierno, y rodeado por sus colaboradores más fieles, los mismos que le acompañaron en su regreso a la secretaría general socialista, y que hoy están con él en esta llegada al Gobierno.
La bancada socialista celebra el éxito de la moción de censura (FOTO: Twitter)
Por su parte, la presidenta del Congreso de los Diputados, Ana Pastor, que votó negativamente a la moción, se reunió a las 15:30 con Felipe VI en el Palacio de la Zarzuela para comunicarle oficialmente el escrutinio, y poner en marcha el mecanismo de nombramiento de Pedro Sánchez como presidente del Gobierno. Este nombramiento se publicará previsiblemente mañana en el Boletín Oficial del Estado (BOE), y posteriormente, Pedro Sánchez tomará oficialmente posesión como presidente del Gobierno. El nuevo ejecutivo, en el que probablemente estarán figuras como Carmen Calvo, Manuel Escudero, Patxi López, Margarita Robles o Meritxell Batet, será paritario, y tomará posesión al principio de la próxima semana.
El canto del cisne de Rajoy
Había superado tantas crisis que se sentía invencible. Mariano Rajoy Brey, hoy ya expresidente del Gobierno, fue en su día uno de los líderes del PP más cuestionados, sobre todo tras ser derrotado por segunda vez en las elecciones generales de 2008 por José Luis Rodríguez Zapatero. Sin embargo, la crisis económica le aupó hasta la presidencia del Gobierno en 2011 con una mayoría absoluta equiparable a la obtenida por José María Aznar en 2000. Cuando la perdió, en plena crisis del bipartidismo, consiguió finalmente mantenerse en la presidencia, contra todo pronóstico. Muchos le acusaron de indolente y de ser incapaz de tomar decisiones concretas, pero finalmente, era este carácter aparentemente tranquilo y dócil el que le hacía continuar como líder del Ejecutivo. El cierre de su carrera política, al menos de momento, ha llegado de manera inesperada, y tal vez por eso, Rajoy aún no lo ha asimilado.
Su llegada a la presidencia del PP en 2002 fue una sorpresa. Parecía el menos ambicioso de todos los candidatos que peleaban por el trono de Aznar, y tal vez por esto, el entonces presidente eligió a su vicepresidente para reemplazarle. Aznar acabaría arrepintiéndose de esta decisión cuando Rajoy fue derrotado de manera sorpresiva y dolorosa en las elecciones del 14 de marzo de 2004, que el PP perdió por su desastrosa gestión de los atentados del 11 de marzo. Esto condenó a Rajoy a 7 años y medio de oposición, un tiempo en el que se sumó a todas las causas que él consideraba que le podían reportar beneficios electorales, desde su posición contraria a la negociación entre el Gobierno y ETA hasta la defensa de la intervención española en Irak, pasando por el recurso al Estatut de Cataluña ante el Tribunal Constitucional que, según algunos analistas, está en el germen de la actual situación en Cataluña. Fue, sin embargo, la crisis económica la que acabó llevándole a la presidencia del Gobierno, aprovechando el descrédito de Zapatero, que se desangró políticamente en su segunda legislatura, y consiguiendo en las elecciones anticipadas del 20 de noviembre de 2011 una victoria contundente, con 186 escaños.
Una vez en la presidencia, Rajoy combinó una política económica dura y contundente, aprobando polémicas medidas como la reforma laboral, el recorte en el gasto público o el rescate bancario, negado a la postre por el ejecutivo hasta extremos ridículos, con decisiones políticas, como la Ley de Seguridad Ciudadana, que el PSOE ha prometido derogar, o la eliminación de dotación presupuestaria para partidas como la dependencia o la memoria histórica. En esta primera legislatura, Rajoy tuvo que enfrentar además dos situaciones inesperadas, el surgimiento del independentismo en Cataluña, que aumentó exponencialmente a partir de una manifestación multitudinaria en 2012, y el martilleo diario de la corrupción, que acechó al presidente del Gobierno después de revelarse que había enviado un SMS de apoyo al tesorero del PP, Luis Bárcenas, recientemente condenado por Gürtel, y que ha sido el culpable final de su destitución.
La aparición en el panorama político de Podemos y Ciudadanos, tras las elecciones europeas de 2014, y la inesperada abdicación de Juan Carlos I en junio de 2014 generaron una sensación de cambio de ciclo. Pese a la caída de figuras como el rey o Alfredo Pérez Rubalcaba, Mariano Rajoy se negó a seguir el mismo camino. Consiguió ganar las elecciones de diciembre de 2015, pese a sufrir una fuerte caída en votos y en escaños, y, consciente de que no contaba con los votos, renunció a la posibilidad de ser investido pese a la propuesta del rey, generando una crisis constitucional sin precedentes. Sobrevivió a la investidura de Pedro Sánchez, y consiguió llegar a unas nuevas elecciones, en las que los electores le premiaron, castigando tanto a Sánchez como a Rivera, y tras las cuales, consiguió ser por fin investido de nuevo, tras un largo periodo en funciones, y logrando que fueran los demás partidos los que le hiciesen presidente, sin negociar nada a cambio.
Por ello, Mariano Rajoy creía que nada podía hacerle daño. Él, que había sobrevivido a circunstancias extremas, no le tenía miedo a esta moción de censura, la segunda que afrontaba en apenas un año, porque consideraba firmemente que Pedro Sánchez no podía conseguir los apoyos necesarios, y si los conseguía, los poderes fácticos le presionarían para que se echase atrás. Sin embargo, hace tiempo que su brújula política no le funciona, y no ha sabido prever esta situación que se le ha llevado por delante. Finalmente la corrupción, aquella que negó y que consideró que ya le había hecho todo el daño electoral posible, ha acabado con él. Su futuro político es incierto, aunque parece complicado que pueda superar la ignominia de sus últimas horas de presidencia, en las que abandonó el Congreso de los Diputados y se atrincheró en un restaurante ante la estupefacción de los suyos para finalmente convertirse en el primer presidente en ser censurado por el Parlamento. Un final innoble para un presidente peculiar, que duró más de lo que muchos pronosticaban, pero menos de lo que él creía.
Un panorama difícil
Inestable. Este es el adjetivo que numerosos análisis han dedicado al nuevo Gobierno de Pedro Sánchez, que tomará posesión en los próximos días. Varios de los grupos parlamentarios que han apoyado la moción quisieron insistir en sus intervenciones que el voto afirmativo era para echar a Rajoy, y no a favor del nuevo presidente. Es por eso que, en el horizonte, aparece la convocatoria de unas nuevas elecciones generales como escenario más probable. Los principales medios las han estado pidiendo desde que se hizo pública la sentencia de la trama Gürtel, y también Ciudadanos, que considera que su llegada al Gobierno es cuestión de meses. Sin embargo, solamente los naranjas quieren estos nuevos comicios, y esto puede determinarlo todo.
El PSOE se encuentra en una situación inesperada, la presidencia del Gobierno, en un momento en que la mayor parte de las encuestas les colocaban peleando por mantener la segunda posición. Las caras en la bancada socialista tras el éxito de la moción mezclaban alegría y temor por las nuevas responsabilidades que se les vienen encima, y para las que no estaban preparados. A Pedro Sánchez se le ha dado por amortizado en numerosas ocasiones, y esta no será una excepción, sin embargo, su nuevo cargo podría beneficiarle de cara a unos nuevos comicios. Si los socialistas quieren sacar algo bueno de este peculiar regreso al poder, deberían intentar gobernar sin el fantasma de la excepcionalidad planeando sobre ellos, y aprobar medidas de izquierdas que puedan hacerles conectar de nuevo con su electorado perdido.
En el caso del PP, se encuentran por segunda vez en su historia fuera del poder sin haberlo previsto y sin entender realmente por qué, y la pregunta es si cometerán el mismo error que en 2004, la falta absoluta de crítica a su labor de gobierno. Se abre un periodo de excepcionalidad, que previsiblemente conllevará la dimisión de Rajoy como presidente del partido en próximas semanas, lo que implicará el pistoletazo de salida de la carrera por la sucesión de Rajoy, en la que el presidente gallego, Alberto Núñez Feijóo, y la vicepresidenta del Gobierno saliente, Soraya Sáenz de Santamaría, parten con ventaja. El objetivo sigue siendo obtener buenos resultados en las tres elecciones del año que viene, que pueden ser cuatro si Sánchez decide adelantar las generales, y pelear con Ciudadanos por el electorado de derecha. Esta urgencia marcará la agenda de un partido sumido en una profunda crisis para el que la inesperada salida de Mariano Rajoy puede ser un electroshock.
Por su parte, Podemos tiene una gran oportunidad con el nuevo gobierno de Pedro Sánchez. Los morados no han repetido el error de 2016, y han decidido apoyar la moción. El líder de la formación, Pablo Iglesias, ha pedido que Sánchez les incluya en su gobierno, y le ha ofrecido estabilidad para llegar juntos hasta el final de la legislatura. Una hipotética recuperación de sus apoyos electorales podría ser posible si mantiene su lealtad hacia el ejecutivo socialista, y si se suma a sus medidas progresistas. Los morados podrían aprovechar esta inesperada situación en su beneficio.
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, recibe la felicitación de Pablo Iglesias (FOTO: Twitter)
A quien no beneficia el éxito de esta moción de censura es a Ciudadanos. El partido de Albert Rivera, que lidera todas las encuestas, creía tener la situación controlada con Rajoy desgastándose día a día en la Moncloa. La llegada de Pedro Sánchez al poder cambia completamente la situación, puesto que el expresidente ya ha abandonado el poder, y esto da al PP una oportunidad de oro para rearmarse y pelear por cada voto con ellos. Los naranjas serán a buen seguro los que más insistan en la inestabilidad del nuevo Gobierno, y pedirán desde mañana mismo la convocatoria de unas nuevas elecciones. Los vientos siguen soplando a favor de Ciudadanos, pero el Gobierno de Sánchez va en su contra.
Cuando el PSOE presentó la semana pasada la moción de censura contra Mariano Rajoy, pocos creían que pudiera triunfar. Hoy, la realidad ha superado a la ficción, y Pedro Sánchez es el nuevo presidente del Gobierno. A partir de aquí, todo puede pasar. Las próximas semanas serán fundamentales para saber si Sánchez tiene voluntad de convocar las elecciones en el medio plazo o si va a intentar aguantar lo más posible para ganar apoyos de cara a las urnas. El primer desafío para él viene desde Cataluña, donde hoy se ha levantado el artículo 155 tras la publicación del nombramiento del nuevo Govern de Quim Torra. Desde la tribuna, Pedro Sánchez prometía diálogo con Cataluña, una diferencia notable con su antecesor. Solamente el tiempo dirá si los tiempos han cambiado, pero esta moción de censura ya es historia viva de España.
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