EL SAHEL, FOCO DE PELIGRO YIHADISTA ESPAÑOL
El subdesarrollo económico y la debilidad de algunas poblaciones de África han propiciado el asentamiento y la aparición de organizaciones yihadistas radicales. DAESH ha aumentado su presencia en zonas como Mali, Nigeria y el norte de África.
El Informe Anual de Seguridad Nacional de 2015 establece que España es un objetivo permanente para el yihadismo. El director del Centro Nacional de Inteligencia (CNI), Félix Sanz, en consonancia con cualquier valoración que la plantilla del CNI “aumentaría para afrontar la amenaza yihadista, que es el primer riesgo para la seguridad nacional.”
Un artículo publicado por José Carlos Fagín, jefe de servicio de la cooperación jurídica de la Junta de Galicia, considera que la zona del Sahel ha crecido en importancia para nuestro país dada la distancia a la que se halla esa zona geográfica.” Aunque el Sahel es una zona musulmana, nunca ha sido radical. Sin embargo, “las sucesivas escisiones y divisiones de grupos principales ha derivado en la presencia en este territorio de grupos yihadistas”, comenta Fagín.
Al Qaeda Magreb Islámico (AQMI), AnsarDine y el Movimiento por la Unicidad y la Yihad en África Occidental (MUYAO) son algunos de los grupos radicales que se han establecido en esta zona africana.
Los yihadistas de estos grupos comenzaron a controlar amplios territorios en el norte de Mali y a substituir al Estado como proveedor de servicios y recursos a la población, “aplicando el principio de necesidad de colaboración de la población civil para que el movimiento insurgente sobreviva”, explica José Carlos Fagín.
“El débil y mal entrenado ejército maliense no era rival para las entrenadas tropas rebeldes yihadistas”
Pero la ley islámica no cuajaba entre esta población musulmana de Mali con costumbres mucho más heterodoxas. “Los antiguos aliados tuareg del Movimiento Nacional para la Liberación del Azawad (MNLA) fueron expulsados por la fuerza de ciudades como Gao y Tombuctú”, añade Fagín. De esta manera, los yihadistas llegaron a controlar gran parte del territorio de Mali poniendo en peligro la continuidad del Estado. “El débil y mal entrenado ejército maliense no era rival para las entrenadas tropas rebeldes yihadistas”, argumenta Fagín.
La alianza entre los yihadistas y la tuareg es tan sólo cuestión de vínculos familiares y étnicos, nada tiene que ver con ideologías. Por lo que esas diferencias se han manifestado “en toda su crudeza a la hora de mantener el control sobre el terreno en el norte de Mali, provocando desafección de la población hacia los yihadistas”, explica José Carlos Fagín en su artículo.
En definitiva, en el Sahel actúan dos tipos básicos de grupos yihadistas, “los que tienen una proyección más internacional o panarábica, como AQMI y MUYAO, y los que tienen unos objetivos o pretensiones más locales o regionales como Boko Haram”, comenta Fagín. Sin embargo, muchas veces ambos dan lugar a colaboración y sinergias que potencian terribles atentados contra la población civil.
“El Sahel se va a convertir en una factoría de yihadistas”
El mayor riesgo del Sahel, comenta Fagín, es que “el derrumbe de las estructuras de Estado, el caos y el vacío de poder darían lugar a micro territorios dominados por señores de la guerra, grupos yihadistas, organizaciones criminales o grupos insurgentes en una lucha constante los unos con los otros”.
Si los países occidentales como España, Alemania, Inglaterra o Francia no prestan atención ni ayuda a esta zona, el germen del yihadismo y de la inestabilidad se extenderá a países más cercanos a la Península Ibérica (Argelia, Marruecos) o más importantes en cuanto a recursos y capacidades (Nigeria). “El Sahel se convertirá definitivamente, si no lo es ya, en una factoría de yihadistas que poco a poco vayan ganando territorios y capacidad de actuación”, concluye José Carlos Fagín.
La concienciación es el primer paso
La colaboración de cada Estado es fundamental si se quiere tener éxito. La presencia militar no lo es todo. El apoyo tiene que empezar desde el reforzamiento de los cimientos estatales de estas poblaciones de África. En definitiva, “se necesita más desarrollo económico, social y humano que haga menos atractiva la alternativa yihadista”, explica Fagín.
Quizá porque forma parte de nuestro acervo más común, “no somos conscientes de la necesidad de un Estado verdaderamente fuerte y estable como requisito base para la solución de cualquier problema”, continúa Fagín.
Y es que, resulta difícil pensar en poner fin a determinadas amenazas si no existe una estructura de Estado coherente en la zona. “Esta estructura pasa por una administración pública, una justicia y un poder político consolidados en unos valores democráticos e igualitarios y una opinión pública libre y formada que sirva de contrapeso”, afirma Fagín. Eso sí, es necesario que existan unas instituciones que respeten todo esto, lo respeten y que lo hagan respetar.
“Cualquier medida que sea válida requerirá de personas que la pongan en práctica, que la hagan real. Esto nos lleva a la necesidad casi imperiosa que tienen estos Estados de educar y formar a su población en general y no sólo a las élites”, dice Fagín
Se necesitan ciudadanos formados que desarrollen e integren estructuras estatales propias y eficaces para la población, “sólo así se podrá afrontar otros retos de mayor envergadura”, concluye Fagín.
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