VENECIA: EL ENCANTO DE LA DECADENCIA

CUADERNO DE VIAJE: ITALIA (3/3)

VENECIA: EL ENCANTO DE LA DECADENCIA

IGNACIO POBLACIÓN BERNARDO// Catedrático

Ciertamente, da mucha pena dejar Florencia sin haberla disfrutado plenamente y quizás por eso siempre uno promete volver, pero si queremos gozar también de otras maravillas no tenemos más remedio que abandonarla y de este modo, gracias a ellas, podremos seguir reconciliándonos  con la naturaleza humana, que algunas veces está empeñada   en la constante búsqueda de la belleza y de la armonía.   

En la ciudad de Pisa nos vamos a detener solamente  en la llamada Plaza de los Milagros para visitar, en primer lugar, la gran Catedral que se empezó a construir en 1173, pero que no se terminó hasta dos siglos después.  Su estilo nos sorprende un poco e incluso nos desorienta, ya que, siendo decididamente románico hay en él poderosas influencias bizantinas y hasta islámicas. La riqueza de su ornamentación exterior también nos extraña, pero solo hasta darnos cuenta de que Pisa fue en el pasado una de las principales ciudades comerciales de Italia y que parte de esos mármoles, mosaicos y magníficos adornos de bronce, que brillan como joyas bajo el sol de la mañana, provienen de la rapiña y de los saqueos, muy frecuentes en el siglo XII. 

(Vídeo: Youtube - Canal Maan Bentlage)

Cinco naves en mármol blanco y negro

La puerta principal es de bronce macizo, atravesadla y en su interior os encontrareis con cinco grandes naves cuyas paredes están revestidas de  mármoles blancos y negros.  Levantad la vista y contemplad los  delicados artesonados de madera y cuando recorráis con la mirada el increíble techo fijaos bien en el gran mosaico del ábside, en el que aparece Cristo en calidad de Rey, rodeado por la Virgen María y San Juan Evangelista.

 ¿Qué quieres subir los 300 escalones de la torre inclinada, me dices? Bueno, no te lo aconsejo porque tendrás que aguantar una cola impresionante, perderás mucho tiempo y además te cobrarán 18 euros por el capricho. En realidad, lo que más impresiona de ella ya lo has visto y es precisamente su inclinación, que nos parece mucho mayor de la que todos conocemos por imágenes y fotografías. El suelo de Pisa es muy pantanoso y por eso no solo la torre, sino los demás edificios de la plaza se desvían claramente de la vertical. ¿Lo has notado?

Creo que en lugar de subir tantas escaleras es mucho más interesante que entréis en el Baptisterio, construido en 1152, de estilo románico en su parte inferior y gótico en la superior. Hay una interesante perspectiva de la ciudad si subís al último piso.

Baptisterio de Pisa, construido en 1152

También debéis echar una mirada al Cementerio, que se encuentra detrás del largo muro con arcos ciegos del fondo, al norte de la plaza. Una vez allí pasead por su gran  claustro rectangular cubierto de lápidas mortuorias  y os aseguro que entre los antiguos sarcófagos romanos y las modernas tumbas  llegaran a vuestra mente, en alas del viento primaveral y para conmover hasta los cimientos de vuestra alma inmortal, estas sabias palabras: “sic transit gloria mundi”. Si las recordáis, aseguro que os harán casi  inmunes a la vanidad humana.

Lago rojo, de sangre

Para visitar Venecia debemos pasar de la Italia bañada por el Mar Tirreno a la que casi acaricia el Mar Adriático y para eso nuestro coche tendrá que atravesar los Apeninos, cosa que lleva muy poco tiempo gracias a los túneles construidos bajo las montañas para tal fin. Es una Italia algo diferente de la que acabamos de abandonar, porque alrededor del histórico Río Po hay  inmensos y fértiles campos en los que  estallan todos los tonos del verde. Nos hallamos ahora casi en el centro geográfico de la Península y allí, como recostado sobre la llanura, encontramos al  gran lago Trasimeno. Recordad que no siempre sus aguas fueron tan azules como las veis ahora, pues en la época de Aníbal se volvieron rojas debido a  la sangre vertida en la terrible batalla de Cartago frente a Roma. Sí; te concedo que ha pasado mucho tiempo desde entonces, pero nota que por desgracia aún llevamos en nuestra alma la envenenada semilla de la guerra.

Vamos a detenernos solo un par de horas en Padua – en italiano se dice Padova – de brillante pasado cultural y artístico, porque es necesario que vayamos a la Basílica de San Antonio, famoso franciscano portugués cuyos numerosos milagros asombraron al mundo. Su fachada exterior es de estilo gótico y está coronada por un juego de cúpulas muy ingenioso, más acostumbrados ya al lujo de otras iglesias nos sorprende su austeridad hasta que entramos en su interior. Es una pena que no dejen hacer fotografías – no hagáis trampa; si está prohibido por algo será – pero ved y admirad sus delicadas estatuas de fino mármol, su capilla de reliquias, su amplia nave central y reparad en el Crucifijo de bronce hecho por Donatello, que está  en el centro del altar mayor. Pasad luego frente al sarcófago que alberga los restos de este gran santo; colocad vuestra mano sobre el cemento que los oculta y si tenéis fe pedidle esto: ¡Ojala que halle en mi vida un compañero o compañera al que ame con toda la fuerza de mi alma, con toda la luz de mi inteligencia y con toda la ternura de mi corazón! Si el santo os concede tal deseo, entonces hallaréis un Paraíso en la tierra.

Casi se me olvida deciros que en Padua su enorme plaza es la segunda más grande de Europa, tras la Plaza Roja de Moscú.

Napoleón saqueador de Venecia

La última ciudad que visitaremos en este viaje es Venecia, eternamente desposada con el mar, la de las mil islas que parecen flotar sobre el agua, la que suspira entre estrechos canales llenos de encanto y que entre una nostalgia infinita susurra tristes canciones recordando tiempos mejores.  De su gloria y esplendores pasados  hoy solo queda el recuerdo, pues Napoleón I acabó definitivamente con su independencia y además la saqueó a conciencia.

Canales de Venecia 

Claro es que los venecianos también fueron notables saqueadores, como comprobaremos al visitar la gran Basílica de San Marcos, en la plaza del mismo nombre. Construida en un glorioso estilo bizantino, su fachada está llena de bellos murales, mosaicos y tesoros, pero la mayoría de los materiales utilizados en su construcción formaron parte antaño de otras iglesias o de otros edificios. ¿Veis, por ejemplo, esos cuatro caballos de bronce  que se encuentran casi en el medio de la fachada? Bueno, pues fueron robados por los venecianos cuando saquearon Constantinopla en la IV Cruzada. Os advierto que tienen una larga y curiosa historia y lo mismo ocurre con las bellas columnas que observáis en la parte inferior: fueron también robadas de la Iglesia de los Apóstoles, en Constantinopla, tras profanar las tumbas de los antiguos emperadores romanos que allí se hallaban. En fin: Hasta el  mismo cuerpo de San Marcos fue robado y traído desde Alejandría.

Catedral que crece “a lo ancho”

¿Sabéis la razón por la que esta Catedral “ha crecido a lo ancho y no a lo alto”? Es que el extender su peso sobre una gran superficie se evita que más tarde o más temprano sea tragada por el mar, como ha ocurrido ya con otros emblemáticos edificios de la ciudad.

Tiene cinco portadas decoradas con mármoles y esculturas en las que se narra, a través de bellas imágenes, el traslado del cuerpo de San Marcos, robo paradójicamente bendecido al parecer por la Iglesia.

(Fotografía: fotomusica.net) Catedral San Marcos, Venecia 

Su interior es inmenso y grandioso, ya que los ladrillos originales con los que está construida están recubiertos con mármoles orientales, estatuas, adornos de bronce y además hay mucho oro en todos los mosaicos, que son extraordinarios. En el presbiterio podéis admirar un gran iconostasio y detrás del altar mayor hallaréis la Pala d´Oro, que es un retablo hecho todo él de oro y de piedras preciosas.

Sin apenas moveros de la gran plaza podréis también  contemplar el palacio ducal – Venecia era una monarquía electiva, cuyo dogo tenía que ejercer el poder hasta su muerte, sin poder abdicar -. El edificio es de un gótico auténticamente glorioso y extraordinariamente armónico. En cuanto al famoso Campanile es el edificio más alto de Venecia, así que si subís hasta lo alto desde allí  obtendréis una magnifica vista de toda la ciudad.

Hay otras visitas absolutamente obligadas y desde luego es del todo punto necesario que atraveséis en barco el Gran Canal, rodeado de viejos palacios casi en ruinas y en el que siempre se respiran aires de romántica decadencia. Os gustará también la Torre del Reloj, con su león alado, símbolo tardío de Venecia, y digo tardío porque el que tenían anteriormente les pareció demasiado pacífico y lo cambiaron, “porque no inspiraba el suficiente miedo”.

En Venecia debéis saber que cada vez que cruzáis un puente estáis cambiando de islote, pero quizás de todos los que podéis atravesar el más impresionante es el de Rialto, también el más antiguo de los cuatro que cruzan el Gran Canal y que primero se llamó Puente de la Moneda. Fue sucesivamente quemado, reconstruido y acabó derrumbándose varias veces. El actual es de piedra, tiene un único arco y cuando se construyó a finales del siglo XVI fue considerado tan audaz por su propio creador, Vicenzo Scamocci, que él mismo predijo su derrumbamiento, pero por lo visto se equivocó.  

Si, bueno, sé qué queréis ver el llamado Puente de los Suspiros, que une el palacio ducal con la prisión y que… ¡ah no¡ los suspiros no eran de enamorados, sino de los condenados.

Naturalmente hay muchas cosas más en Venecia que no hemos podido visitar, pero para ser nuestro primer viaje creo que hemos visto bastante ¿no? Volveremos, claro que sí, porque a Italia siempre se vuelve, pero ahora debemos regresar a Madrid desde uno de los dos aeropuertos con los que cuenta la bastante lejana ciudad de Milán, a donde iremos para tomar un avión.

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