SOROLLA Y SOLANA, DOS VISIONES DE ESPAÑA EN LOS ALBORES DEL SIGLO XX
La UCM y el Prado homenajean al arte español fuera de España
SOROLLA Y SOLANA, DOS VISIONES DE ESPAÑA EN LOS ALBORES DEL SIGLO XX
FELIPE MANCHÓN CAMPILLO
La llegada del siglo XX provocó el surgimiento de nuevos pintores, que mostraron como pocos la dicotomía entre lo español como siniestro, luminoso, amable y brutal, algo que, según Francisco Calvo Serraller, sigue constituyéndonos. Hubo dos pintores que coincidieron en el tiempo, pero que pintaron muy diferente, y constituyeron dos visiones enfrentadas de España. Por una parte, Joaquín Sorolla, pintor valenciano que siempre pintaba cuadros luminosos en que representaba la playa de la Malvarrosa de Valencia o Sevilla en baile. José Gutiérrez-Solana, según el ponente, fue la apoteosis de la España negra. Francisco Calvo Serraller dibujó con trazo fino está realidad, durante su intervención en la inauguración del curso "El arte español fuera de España”celebrado en el Museo del Prado.
El auditorio del Museo del Prado ha acogido del 4 al 6 de julio el curso “El arte español fuera de España”, en el marco de los cursos de verano de la Universidad Complutense de Madrid, en el que ES el decimotercer curso de este tipo que se celebrA en la pinacoteca. Este ciclo de conferencias ha tenido como objeto el estudio de cómo se fueron formando las colecciones de pintura española fuera de nuestro país y de cómo, durante el siglo XIX, cambió el concepto de España internacionalmente. El rector de la UCM, Carlos Andradas, inauguró el curso en la tarde del martes 4 de julio, junto con la vicepresidenta del Patronato, Amelia Valcárcel, y el presidente de la Asociación de Amigos del Museo del Prado, Carlos Zurita.
Las autoridades posan para los fotógrafos antes de la inauguración del curso (FOTO: Felipe Manchón Campillo)
Amelia Valcárcel, vicepresidenta del Patronato del Museo del Prado, en sustitución del presidente, José Pedro Pérez-Llorca, dio un breve discurso en que agradeció a los que le acompañaban en la mesa su presencia, y posteriormente dio la palabra a Carlos Andradas. El rector de la Complutense, que definió El Prado como la mejor pinacoteca del mundo, recordó que este año se celebra el trigésimo aniversario de los cursos de verano de la UCM, y alabó el tema de este curso. “El arte español fuera de España interesa mucho, y es muy importante para nuestro país” afirmó Andradas.
El duque de Soria, Carlos Zurita, en su condición de presidente de la Fundación Amigos del Museo del Prado, siguió en el turno de la palabra a Andradas, para insistir en que los cursos de la universidad son ya referencia internacional, y que son además un foro de intercambio intelectual donde abordar los temas de máxima actualidad. “Desde esta fundación, nos enorgullecemos de la estrecha colaboración que existe entre nosotros y la Universidad Complutense” sentenció.
El ejemplo de la Hispanic Society of America
Analizando más en profundidad el contenido del curso, Zurita declaró que era muy importante hablar del arte más allá de nuestras fronteras, y señaló además que este curso era especialmente pertinente en este momento, cuando en el Museo del Prado está instalada una exposición sobre la Hispanic Society of America, un museo gratuito en Nueva York fundado en 1904 por el millonario norteamericano Archer Milton Huntington, y que juntó una gran cantidad de piezas de todas las épocas de España. El duque también agradeció el constante respaldo de la fundación ACS.
Carlos Zurita, Amelia Valcárcel y Carlos Andradas, durante la presentación del curso (FOTO: Felipe Manchón Campillo)
El director del curso, Francisco Calvo Serraller, que dirigió también el museo, fue el primer orador. Comenzó su intervención afirmando que el reconocimiento exterior al arte español es relativamente reciente. “España desde el siglo XV al siglo XVIII mantuvo una posición de fuerza imperial – recordó Calvo Serraller – era la época del temor, del resentimiento, de las sombras, de la leyenda de negra”.
En el siglo XIX, España era el fin del mundo
Todo esto cambió con la llegada del siglo XIX. Hasta entonces, grandes artistas españoles como Diego Velázquez eran desconocidos, y la exportación de arte español era muy aleatoria, con pintores como Murillo o Ribera, que trabajaron fuera del país. Como recordaba el ponente, España era un gran país importador de arte, pero no ocurría lo mismo en el sentido contrario. Sin embargo, la Guerra de Independencia fue un elemento de cambio fundamental, y muchos combatientes extranjeros conocieron entonces España.
“Antes de la guerra, España era un país inexpugnable, el fin del mundo, pero esto cambió” continuó Calvo Serraller. Para ello, fue muy importante el romanticismo como una reflexión. En España, se producían muchísimos contrastes, y esto era muy interesante a nivel artístico. Durante el conflicto bélico, el ejército francés se llevó muchos cuadros que hoy están expuestos en las paredes del Louvre y de otras pinacotecas del país vecino, lo que provocó que las primeras colecciones de pintura española en el extranjero se fundaran.
Tras la guerra, se produce el descubrimiento oficial del arte español, llegándose incluso al fanatismo. “El siglo XIX es muy importante – evocó el ponente – porque es el momento en el cual se descubre, o incluso se inventa el arte español. Se le da una definición y una creatividad”. A partir de entonces, la presencia de artistas extranjeros en España se hizo cada vez más frecuente y recurrente, ante el interés creciente que existía por ello.
La fascinación por el lado menos políticamente correcto de los españoles
Francisco Calvo Serraller, durante su conferencia (FOTO: Felipe Manchón Campillo)
Los primeros cuadros y obras de todo tipo que empezaron a representar a España presentaban a los nacionales del país con una imagen estereotipada, poniendo el foco en el lado menos políticamente correcto de los españoles, y centrándose en las dos figuras clásicas, el bandolero y la bailarina. “Los primeros cuadros que se pueden ver tienen como subtexto que en España uno puede ser bandolero e irse de rositas” afirmó Calvo Serraller.
A partir de 1848, los cuadros que representaban a España presentaban tres modelos: bandido, gitana y jerezano. El interés que existía en los países europeos por lo que pasaba en España se centraba en las tradiciones y en los elementos folclóricos. Se pintaron cuadros en los que se estudiaban algunos de los elementos más simbólicos de la tradición española, como las procesiones de Semana Santa. Fue en esta época en la que se empezaron a reconsiderar todos los estereotipos anteriores que se habían mostrado en España.
Esto se demostró con la evolución en la representación pictórica de España, en lo que Calvo Serraller llamó la apoteosis de lo español, y la llegada al país de artistas extranjeros como Gustave Doré o Prosper Mérimée, el autor de la célebre obra “Carmen”. Precisamente este personaje provocó que numerosos pintores variaran en su representación recurrente de la gitana española, ya más parecida a la representación que Mérimée y Georges Bizet hacían de este personaje. El ponente recordó cómo desde el comienzo de esta tendencia, cuando un extranjero hacía un cuadro sobre algo, un autor español le respondía con una representación similar y con el mismo objeto.
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