PASO DE GIGANTE DE LA ULTRADERECHA EN ALEMANIA Y AUSTRIA
Un fantasma recorre Europa, pero al contrario que en 1848 no es el del comunismo. En un año marcado por citas electorales que los expertos veían con miedo ante la posibilidad de que la extrema derecha llegase al poder en algunos de los países más importantes del continente, y cuando parecía que el peligro había pasado, las elecciones legislativas en Alemania y en Austria se han saldado con un contundente aumento de las opciones populistas, que defienden la mano dura con la migración, y que cuentan con un creciente apoyo social que ha empujado a las dos principales formaciones de este corte en ambos países, Alternativa por Alemania (AfD) y el Partido de la Libertad de Austria (FPÖ), a obtener sus mejores resultados y a condicionar en gran medida la formación de gobierno en ambos países. Lo que suceda en los próximos meses resulta absolutamente imprevisible.
Montaje de las banderas alemana y austriaca (FOTO: Twitter)
Merkel gana, Schulz fracasa y el AfD sorprende
Este podría ser el titular de cualquier periódico el día después de las elecciones alemanas, unos comicios que se presentaban muy emocionantes, ante la pérdida de popularidad de Angela Merkel y el llamado “efecto Schulz”, pero que finalmente se resolvieron de forma incluso anodina. Pese a todo, fue el peor resultado de los dos principales partidos, la Unión Cristiano Demócrata (CDU) y el Partido Socialdemócrata (SPD), en décadas. La CDU, con Merkel como candidata, consiguió vencer sus cuartas elecciones consecutivas, obteniendo 246 escaños, 65 menos, y perdiendo 8 puntos. El SPD, que ambicionaba regresar al poder, volvió a fracasar en su empeño, y se dejó por el camino 40 diputados, quedando su número fijado en 153. La Gran Coalición que ha gobernado el país en los últimos cuatro años perdía 105 diputados.
Casi con la misma fuerza, pero en sentido contrario, emergió Alternativa por Alemania, que pasó de no tener ningún representante a ser el tercer partido en el Bundestag, la cámara alemana, con 94 diputados. AfD, que ya existía en las anteriores elecciones pero que carecía de fuerza, aprovechó sobre todo voto que se le iba a Merkel por su derecha, así como el creciente sentimiento contrario a que el Gobierno conceda a migrantes el estatus de refugiados. Esta formación ultranacionalista se ha ido alimentando con el paso de los años, y al final, ninguna encuesta supo adelantar su verdadero impacto.
Gráfico que muestra los resultados electorales de 2017 y 2013 (FOTO: Twitter)
Para Merkel, sin embargo, fue una buena noticia la importante subida del Partido Democrático Libre (FDP), de corte liberal demócrata, y viejo socio de la canciller. El FDP consiguió, de la mano de su popular líder Christian Lindner, una importante subida que se reflejó en 80 escaños. Cerraron la representación Die Linke, vieja escisión del SPD, con 69 escaños, y Los Verdes, con 67 escaños. El resultado deja una fragmentación nunca vista en el Bundestag, donde es necesaria una mayoría de 355 escaños para formar Gobierno, y abre la puerta a tortuosas negociaciones en las que previsiblemente harán falta tres partidos para dirigir el país hasta 2021.
Victoria amarga de la todopoderosa canciller
Es desde 2005 la mujer más poderosa de toda Europa. Angela Merkel, canciller alemana, ha conseguido convencer a propios y extraños de su fuerza política sin par. En casa, consiguió superar la sombra de Helmut Kohl, el legendario canciller teutón que guio a su país en momentos cruciales de su historia, como la caída del Muro de Berlín o la reunificación alemana, y redujo a mínimos al rival histórico de la CDU, el SPD. De hecho, dos de sus coaliciones de Gobierno han sido con los socialdemócratas, lo que reportó mejores réditos electorales a la canciller que a sus socios de Gobierno. Fuera de Alemania, ha marcado el paso a la eurozona en su peor crisis, ha tenido mano de hierro con los países en dificultad, y ha aplicado su receta de austeridad por todo el continente. Muchos son los líderes que la admiran y que creen que su estilo debe exportarse a otros países. Sin embargo, en estos meses, Merkel ha estado en problemas graves. El Consejo Europeo decidió a principios de 2016 establecer los cupos de migrantes que los países comunitarios debían recibir en el marco de la mal llamada crisis de los refugiados. Al ser el país comunitario más grande, Alemania debía reubicar a más de un millón de migrantes sirios. La canciller aceptó este reparto sin ningún problema, e incluso puso más facilidades a los migrantes que quisieran llegar a su país. Esto provocó que el número de migrantes que llegaron a Alemania aumentase exponencialmente en 2016, en contra de lo que había pasado en otros países. Pero cuando se produjo un atropello masivo en Berlín a finales del año pasado, muchos se volvieron hacia Merkel y afirmaron que su política al respecto, para ellos excesivamente laxa, había hecho posible el ataque. Por si fuera poco, el socio preferencial de la CDU en Baviera, la Unión Cristiano Social (CSU), empezó a distanciarse de Merkel por considerar que estaba teniendo una política errática que no se correspondía con el programa electoral por el que fue elegida. El distanciamiento entre la canciller y Horst Seehofer fue tal que en la CSU se empezó a plantear no apoyar a Merkel en las nuevas elecciones y presentar un candidato alternativo para disputar estos comicios. Finalmente, en febrero de este año, y mientras el SPD estaba en alza en los sondeos, la CDU y la CSU decidieron firmar la paz, y salvar el bloque conservador de cualquier fisura, ante la inminencia de unas elecciones que se antojaban fundamentales. Posteriormente al acuerdo de la CDU y la CSU, el mal momento pasó para Merkel, que recuperó la velocidad de crucero, y superó rápidamente a su rival Martin Schulz en las encuestas. Sin embargo, estas elecciones parecían el comienzo del fin de la canciller, cuya estrella política podría estar en decadencia. El resultado final, acentuado por la crecida del AfD, es un golpe serio a la fuerza política de la jefa del gobierno alemán, y una victoria amarga que obligará a Merkel a trabajar más que nunca en los próximos cuatro años. |
El SPD no levanta cabeza
Desde que Gerhard Schröder perdió las elecciones de 2005 por tan sólo cuatro escaños contra la nueva líder de la CDU Angela Merkel, el SPD ha empezado una travesía por el desierto que durará un mínimo de cuatro años más. Lejos quedan los tiempos de cancilleres históricos como Willy Brandt o Helmut Schmidt, que gobernaron en los años setenta, y que están muy bien considerados. En estas elecciones, los socialdemócratas han obtenido sus peores resultados desde la Segunda Guerra Mundial, y han estado a punto de caer de la barrera psicológica del 20% de votos, lejos de los mejores tiempos.
Martin Schulz y Angela Merkel, los dos principales candidatos de las elecciones alemanas (FOTO: Twitter)
El motivo principal de este resultado es sin duda la Gran Coalición. En dos de los tres mandatos de Merkel, el SPD ha sido su socio de Gobierno. El hecho de que el principal partido de la oposición sirviese como muleta a la canciller ha sido para muchos analistas un error que perseguirá por años a los socialdemócratas, y que amenaza con hacer poco creíble cualquier alternativa de Gobierno en los próximos años. La relación con Merkel ha sido diferente en el partido, según los sectores. Ha habido líderes, como el actual ministro de Asuntos Exteriores Sigmar Gabriel, que han sido partidarios de mantener una relación normal con la CDU. Otros, sin embargo, se han opuesto.
El más importante de todos es sin duda Martin Schulz. Schulz, desconocido hace unos años y con una nula experiencia en la política de su país, saltó a la fama cuando se convirtió en presidente del Parlamento Europeo, y cuando fue candidato del Partido Socialista Europeo a la presidencia de la Comisión Europea en las elecciones europeas de 2014. Tras no lograr esta designación, Schulz mantuvo su cargo al frente de la cámara comunitaria, mientras en su país de origen aumentaban las voces que pedían que este librero tuviera un mayor protagonismo. Schulz rechazó en primera instancia presentarse a las elecciones, pero tras saber que Gabriel estaba dispuesto a renunciar a la candidatura, cambió de opinión y se convirtió en el líder del SPD.
El “efecto Schulz” se vio pronto en las encuestas. Coincidiendo con la crisis política de Merkel, el nuevo candidato socialdemócrata experimentó un aumento en los sondeos, que provocó que hubiese algunos analistas que señalaran que se podía producir una sorpresa en las elecciones. Sin embargo, el soufflé pronto se desinfló, y los problemas se acumularon en la campaña del SPD. Finalmente, el resultado fue muy bajo, más incluso de lo esperado, y la derrota de Schulz fue contundente, pese a lo cual se mantiene al frente de los socialdemócratas. La única buena noticia para el SPD es que la propia noche de las elecciones su líder anunció que en ningún caso se repetiría la Gran Coalición. Tal vez por ahí consiga el SPD rehacerse.
Un mapa político similar, pero diferente Hay muchas similitudes entre los resultados electorales de Alemania y Austria. En los dos países, el partido cristiano demócrata ha sido el más votado, los socialdemócratas han sufrido contundentes correctivos, y los populistas de ultraderecha han entrado con mucha fuerza. Pero aquí acaban las similitudes. Los resultados en Austria han encumbrado a un nuevo líder, y sobre todo han abierto la puerta a una alianza que, aunque ya se ha producido en este país, se ve con escepticismo desde Bruselas, y por supuesto desde Berlín. El ganador de estas elecciones ha sido Sebastian Kurz, un joven de 31 años que fue nombrado ministro de Asuntos Exteriores con 27, y que ha liderado al Partido Popular Austriaco (ÖVP) hasta una contundente victoria electoral, con un aumento de 11 escaños, y dejando la representación en 62 asientos. Kurz le ha lavado la cara a su partido, liderando una lista llamada “El nuevo Partido Popular”, y ha conseguido la primera victoria para el ÖVP desde 2002. El Partido Socialdemócrata Austriaco (SPÖ) salvó en la misma línea de meta el segundo puesto, con el mismo número de escaños que tenía antes. El otro gran protagonista de estas legislativas ha sido sin duda el FPÖ, y su líder Heinz-Christian Strache. A pesar de que Strache esperaba ganar las elecciones, algo que según algunas encuestas era posible, ha aumentado en 11 escaños su representación, y previsiblemente será fundamental para la formación del próximo ejecutivo austriaco. El partido centrista NEOS, por su parte, consiguió 10 escaños, uno más que en 2013, y la Lista Peter Pilz, articulada en torno al político verde Peter Pilz, entra en el Consejo Nacional austriaco, del que sale el Partido Verde, con 8 escaños. |
De Faymann a Kurz pasando por Kern
Estos han sido años muy convulsos en Austria. En las elecciones de 2013, socialdemócratas y cristianodemócratas mantuvieron los dos primeros puestos, y decidieron revalidar la Gran Coalición, con el candidato del SPÖ, Werner Faymann, como canciller, y con un político del ÖVP como vicecanciller. Faymann había conseguido evitar ser procesado por un escándalo de corrupción relacionado con publicidad institucional durante su mandato como ministro de Infraestructuras, y se mantuvo como líder del Gobierno. Sin embargo, su popularidad tanto dentro como fuera de su partido empezó a sufrir bajadas continuas, y dos figuras emergían junto a él, el vicecanciller Reinhold Mitterlehner y el consejero delegado de Ferrocarriles Federales de Austria Christian Kern. Consciente de que su impopularidad aumentaba a pasos agigantados, Faymann decidió dimitir en mayo de 2016.
Su sucesor fue Christian Kern. El nuevo canciller no tenía ninguna experiencia política previa, pero era muy popular, y eso provocó que fuera elegido. Sus primeros pasos fueron encaminados a que el SPÖ girase a la izquierda, lejos de las posturas cercanas al New Labour y a la moderación que habían marcado los anteriores mandatos. Durante el tiempo en que ha dirigido el Gobierno austriaco, el canciller Kern nombró a la primera mujer musulmana que ejerce un puesto público en el país, Muna Duzdar, y suavizó la legislación migratoria del país. Kern fue además elegido candidato del SPÖ para las nuevas elecciones.
Tanto en el Gobierno de Faymann como en el de Kern, el ministro de Asuntos Exteriores fue Sebastian Kurz, un joven de 27 años que a pesar de su corta edad ya llevaba una respetable trayectoria política a sus espaldas. Como responsable de la política internacional del Gobierno de Viena, Kurz se caracterizó por un tono muy conservador. Defendió una política migratoria lo más restrictiva posible, apeló a un acercamiento con Rusia, y propuso una ley para cambiar la visión de la religión musulmana que se tenía en Austria, incluyendo una versión adaptada del Corán. Su popularidad se disparó enormemente, y tras la dimisión de Mitterlehner, fue proclamado como líder de su partido.
Sebastian Kurz será el próximo canciller austriaco. Su objetivo, sin duda, será el de estabilizar la política de su país, y construir una mayoría sólida, previsiblemente con el FPÖ. En su campaña, Kurz ha borrado prácticamente las diferencias entre su partido y los ultraderechistas, ha alabado a figuras polémicas como el presidente húngaro Viktor Orban, conocido por su dureza con los refugiados, y ha defendido posturas muy tradicionales, como las defendidas por Strache. Sus partidarios le comparan con Emmanuel Macron, el presidente francés, sin embargo, la única similitud entre ambos es su juventud. Kurz es un conservador clásico, aunque su tono sea moderno, y su coalición de gobierno amenaza con ser la más conservadora de Europa.
El asalto definitivo del FPÖ
Los dos líderes del FPÖ, Norbert Hofer y Heinz-Christian Strache (FOTO: Twitter)
Esta no es la primera vez que el Partido de la Libertad de Austria intenta conquistar el poder en su país. El hecho político más relevante de esta legislatura ha sido sin duda la elección presidencial que se celebró el año pasado para sustituir al socialdemócrata Heinz Fischer en la jefatura del Estado. El resultado de la primera vuelta fue contundente, con la victoria de Norbert Hofer, candidato del FPÖ, con un 35% de los votos, y la clasificación in extremis del verde Alexander van der Bellen a la segunda vuelta. En la segunda vuelta, todos los partidos hicieron frente común contra Hofer, consiguiendo la victoria de van der Bellen por apenas cinco décimas. Para aumentar el suspense, el resultado de la elección fue anulado, y hubo que volver a celebrarla. Finalmente, van der Bellen consiguió ganar por segunda vez, alejando a Hofer y por ende a su partido de la jefatura del Estado y del poder.
Al contrario que sus gemelos alemanes, el FPÖ ya tiene una historia detrás. El partido fue fundado en 1956, y ha participado a lo largo de su historia en dos coaliciones de gobierno, una con el SPÖ y otra con el ÖVP. Su ideología, sin embargo, no ha sido siempre la misma. En 1980, Norbert Steger, un político liberal, fue elegido al frente del partido. Steger le lavó la cara a su formación, consiguió convertirlo en una fuerza moderada, y consiguió ser vicecanciller de Austria durante cuatro años. En sus seis años al frente del FPÖ, logró que este se pareciese al FDP alemán, un partido liberal contrario a la influencia del Estado en los asuntos políticos.
Le sucedió al frente del partido Jörg Haider. El talante de Haider era completamente diferente al de Steger: nacionalista, antiinmigración, eurófobo y profundamente populista. El nuevo líder del FPÖ estableció un modelo de gestión completamente personalista, y tuvo un éxito indudable. El FPÖ, bajo el mando de Haider, alcanzó su techo en 1999, obteniendo 52 escaños, los mismos que el ÖVP, y entrando en el Gobierno. Los organismos europeos, temerosos de la deriva que Austria podía comenzar con los ultraderechistas en el Gobierno, impusieron sanciones al país. El mandato de Haider terminó abruptamente, con su salida del partido y la fundación de la Alianza para el Futuro de Austria, que mantuvo su coalición con los conservadores.
Desde 2005, Heinz-Christian Strache es el líder del FPÖ. Su resultado del pasado domingo se ha quedado a un solo escaño del mejor resultado de Haider, con el que comparte muchas ideas, especialmente las relativas a la inmigración, uno de los asuntos centrales de esta campaña electoral. Norbert Hofer es la segunda personalidad del partido, y él y Strache conviven pacíficamente. La necesitarán para el nuevo reto que se abre ahora, una nueva coalición con el ÖVP, aunque con un papel previsiblemente más importante que en el pasado.
Coalición a la jamaicana y alianza conservadora
Negro, amarillo y verde. Estos son los tres colores de la bandera de Jamaica. La alianza política con la que Angela Merkel pretende mantener el gobierno en Alemania suma a los liberales del FDP y a Los Verdes. La prensa ya habla de “coalición a la jamaicana”, puesto que el color de la CDU es negro, el del FDP es amarillo, y el de Los Verdes es verde. Con estos apoyos, la canciller tiene pensado aguantar su legislatura. El Bundestag abrirá oficialmente la legislatura a final de mes, y entonces comenzarán unas negociaciones que se antojan muy complicadas para la canciller, en un escenario de pérdida de fuerza política inédito.
Por su parte, el SPD iniciará previsiblemente su reconstrucción. Martin Schulz seguirá al frente de la formación socialdemócrata pese a su derrota. Las primeras elecciones tras las legislativas dieron un respiro al expresidente del Parlamento Europeo, con una victoria en Baja Sajonia que refuerza su posición y debilita la de Merkel. Schulz tendrá una segunda oportunidad, liderando la oposición a la canciller en Alemania, y estando preparado para cualquier eventualidad. La posible debilidad de la coalición que la canciller quiere organizar podría provocar un adelanto electoral en el que las cartas se pondrían de nuevo encima de la mesa, y en el que Merkel tal vez no fuera candidata de la CDU. La legislatura en Alemania será larga, lo cual puede desestabilizar al conjunto de Europa.
En Austria, sin embargo, está muy clara la forma en la que Sebastian Kurz alcanzará el poder. Una nueva coalición con el FPÖ, con el que ha acercado posturas durante la campaña, garantiza al candidato conservador una mayoría absoluta en la cámara austriaca y una legislatura tranquila. El ÖVP siempre se ha mantenido abierto a una relación política cordial con el partido ultraderechista, pero la llegada de Kurz abre una nueva etapa, en la que las diferencias formales entre ambas formaciones parecen haber desaparecido. El SPÖ, por su parte, pasa irremediablemente a la oposición.
El FPÖ entrará previsiblemente con fuerza en el Gobierno austriaco. Algunos medios del país han señalado incluso que Norbert Hofer sustituirá a Sebastian Kurz como ministro de Asuntos Exteriores. Indudablemente, este partido, como ya lo hizo el Frente Nacional en Francia, ha conseguido aparecer ante una gran parte del electorado como una formación aceptable. Esta legislatura aclarará si la desdemonización interna del FPÖ también se proyecta fuera de las fronteras de Austria. En todo caso, este país gira claramente a la derecha, y no habrá que perder de vista las medidas que el Gobierno del ÖVP y el FPÖ aplique en los próximos años.
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